Maarten van Heemskerck (1498-1574). Autorretrato ante el Coliseo, 1553. The Fitzwilliam Museum, Cambridge.
Giovanni Paolo Pannini (1691-1765)
Galería de cuadros con las vistas de la Roma antigua, 1756.
Museo del Louvre, París.
Mientras sigua en pie el Coliseo, seguirá en pie Roma.
Cuando caiga el Coliseo, caerá Roma.
Y cuando caiga Roma, caerá el mundo.
Beda el Venerable (siglo VIII).
El hilo en común entre las pinturas de van Heemskerck y Pannini, tiene que ver con Roma, con el viaje, con pinturas donde los monumentos son los protagonistas, con el consumo de esas imágenes como objetos para el recuerdo o el coleccionismo, y con el desarrollo de la representación pictórica de la ciudad que culminó en el vedutismo.
En el siglo XVI el viaje a Roma, centro de la cristiandad y heredera de la época clásica, contenedora de maravillas, fue una constante para peregrinos devotos, humanistas y artistas europeos. Las imágenes de la ciudad —en estampas y pinturas— se convirtieron en reclamo de viajeros, mecenas y coleccionistas. Esto propició la llegada de artistas a la urbe, entre ellos van Heemskerck. El Autorretrato ante el Coliseo fue realizado veinte años después de la estancia del pintor en Roma, pero nos habla de un memento vita, de una época en la que el viaje a la Ciudad Eterna era sinónimo de prestigio social y cultural. En la pintura hay dos autorretratos del pintor —pasado y presente—, y el del Coliseo, símbolo emblemático de Roma, siendo a su vez retratado. Lo que nos interesa de esta obra es la importancia concedida al monumento, por lo que supuso en el Renacimiento la representación de las ruinas romanas como símbolos de un pasado glorioso.
La moda de las vistas urbanas se afianzó en el siglo XVII bajo la forma de los caprichos (Lorrain y Lemaire), ya que existía una selecta clientela que adquiría estas obras. Esto propició que a finales de siglo, el pintor holandés Gaspar van Wittel (1653-1736) realizara un viaje por ciudades italianas retratándolas a su paso. Llevando consigo la influencia y la minuciosidad descriptiva de la pintura de género holandesa, fue el precursor del vedutismo, caracterizado por el uso de la perspectiva, la precisión topográfica y el realismo, alejándose así de los caprichos, que invitaban más a la fantasía. La ciudad aparece como indiscutible protagonista, pero se incluyen personajes.
En el siglo XVIII Roma seguía siendo un mito vinculado a su pasado clásico y cristiano, al que se sumaron el arte del Renacimiento y el Barroco. Impulsados por el fenómeno del Grand Tour, la afluencia de viajeros seguía siendo considerable, lo mismo que la venta de vedute. La pintura de Pannini es un capricho, pero contiene numerosas vedute, de moda en ese entonces. En un espacio concentrado es, igual que el cuadro de van Heemskerck, una oda artística y simbólica a la magnificencia de la urbs imperial, en la que se nos presenta una galería de vistas, entre las cuales, por supuesto, se encuentra el Coliseo. Sin lugar a dudas, podemos constatar que todos los caminos llevan a Roma.
© María Artigas, 2022.
Bibliografia
CÁMARA MUÑOZ, A. y GÓMEZ LÓPEZ, C. La imagen de la ciudad en la Edad Moderna. Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces, 2021.
KEMLING, M. P. Portrait of the Artist as Michelangelo: Maarten van Heemskerck’s «Self-Portrait with the Colosseum». Athanor XXIV. Florida State University/Department of Art History, 2006. pp. 15-21. https://journals.flvc.org/athanor/article/view/126635
STOICHITA, V . I. Cómo saborear un cuadro y otros estudios de historia de arte. 2ª. edición. Madrid: Cátedra, 2019. pp. 220-224.
Webgrafía
The Fitzwilliam Museum, Cambridge. https://fitzmuseum.cam.ac.uk/objects-and-artworks/highlights/103
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