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Quintaesencia. Un homenaje al flamenco, es el último álbum del guitarrista Flavio Rodrigues. En él hace una síntesis de sus 25 años dedicados a este arte. Cuenta con la colaboración de artistas de la talla de Guadiana, Duquende, Diego del Morao, Jorge Pardo, Eva Durán, Antonio Serrano…
Tanto Flavio como yo, coincidimos, desde el primer momento, en hacer algo “minimalista”. También estuvimos de acuerdo en querer usar técnicas de representación visual que no fuera la fotografía, y no queríamos una imagen de él en la portada.
El estuche y la alquimia
El estuche es un digipack de tres cuerpos, con un perforado redondo en el centro de la portada a través del cual se ve una acuarela realizada por mí.
Esta acuarela es una interpretación del símbolo geométrico que los alquimistas utilizaban para representar al quinto elemento, o quintaesencia, en algunas de sus imágenes —otras veces se la representaba como un “pollito” recién nacido del huevo o como una especie de humo—. La quintaesencia es la energía sutil, intangible y necesaria en la alquimia para la transmutación de la materia, y, por analogía, del alma. En otros aspectos significa el espíritu, el alma que hay más allá de lo físico y en el fondo de las cosas.
Por otro lado, el perforado de la portada también representa la boca de la guitarra. Es de ahí de donde brota el sonido —el alma— producido por la vibración del aire contenido en el interior transmutándolo en música.
El librillo
El punto blanco en el centro de la acuarela representa eso mismo: el centro, del cual todo surge y hacia el cual todo regresa. Esta idea es reforzada en la portada del librillo, donde los nombres de los colaboradores rodean, en espiral, a la imagen de la portada del estuche que se repite, y que, a su vez, es el elemento alrededor del cual todo gira. De ello se deducen los significados ya descritos.
El librillo es un acordeón de ocho páginas. En él aparecen la ficha técnica, los créditos de los participantes de cada tema del álbum y los agradecimientos.
Retratos
En el interior del estuche aparecen, detrás del librillo y de la galleta, dos retratos en acuarela realizados por José Cuadra Sánchez. El primero es de Flavio tocando la guitarra, y el segundo de sus padres, a quienes va dedicado el disco.
Tanto por el contenido como por el continente es un álbum muy recomendable. Merece mucho la pena. Puede adquirirse aquí.
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