George Grosz (1893-1959)
Serie: Ecce homo, 1921 / Edición de 1923.
Fotolitografía sobre papel, 30 x 21,5 cm.
Museo Reina Sofía, Madrid.
Mi arte debe ser fusil y sable.
George Grosz.
La Nueva Objetivad hay que enmarcarla en el contexto de la radicalización política y cultural que vivió Alemania al término de la Gran Guerra, después de la firma del armisticio y, tras la revolución de Noviembre, de la formación de la República de Weimar. En el terreno artístico, esta radicalización se formalizó inicialmente en el Grupo de Noviembre, que acogió a la mayoría de los artistas expresionistas que giraban en torno a la revista De Sturm. Este grupo se consideraba a sí mismo como una agrupación de artistas radicales de izquierda, que a la luz de la revolución buscaban la unión entre el arte y la clase obrera. Pero la realidad es que sus intereses fueron básicamente artísticos y existenciales, más que políticos. Por ello, al Grupo de Noviembre se le opusieron los artistas de la Nueva Objetividad, aún más radicalizados y en su mayoría procedentes del dadaísmo berlinés: Grosz, Dix, Höch, Hausmann, etc. Estos artistas formaron la «Oposición» al Grupo de Noviembre con el llamado Grupo Rojo, fundado en 1924.
Unos años antes de su fundación, el Grupo Rojo escribió la Carta abierta al Grupo de Noviembre (1921), en la que sentenciaba que dicho grupo no era ni tan radical ni tan revolucionario como presumía, sino que era más bien un grupo elitista que no había realizado ninguna labor de oposición a la burguesía y que estaba a merced del capitalismo. Por su parte, el Grupo Rojo sí que se consideraba subversivo, se posicionó realmente del lado del proletariado, a través de un arte figurativo que denunciaba los abusos de la explotación capitalista. En el Manifiesto del Grupo Rojo de 1924, se proponía apoyar al partido comunista y denunciar la mezquindad de la burguesía y el capitalismo mediante la propaganda, ya fuera en escritos, pinturas o en los escenarios, ya que su posición era radicalmente política. Por ello, la temática de la Nueva Objetividad giraba en torno a las ciudades y los personajes de la sociedad alemana de entreguerras, a fin de reflejar la cruda verdad que se escondía detrás de la realidad.
La posición decididamente política y radical que George Grosz había mantenido durante el dadaísmo, la mantuvo y se hizo aún más lacerante con la Nueva Objetividad. En su escrito En vez de una biografía de 1925, Grosz hace una crítica feroz al arte alemán, a los artistas y al mercado del arte de su tiempo, a los que consideraba cómplices del capitalismo opresor:
El culto de la individualidad y de la personalidad, que se comercia con los pintores y poetas y que ellos mismos fomentan con un estilo de charlatanes, según su carácter, es un asunto del mercado artístico. Cuanto más genial sea la personalidad [del artista] tanto mayor será el provecho. ¿Cómo asciende actualmente el artista a la burguesía? —Por estafa—. ... Así lo exige el sistema, y el negocio florece (En González García, Calvo Serraller, y Marchán Fiz, 1979, 131-132).
En este mismo escrito, Grosz censura a los expresionistas por mantenerse en el idealismo y no atender a la «fea» realidad que los aquejaba: «vuestros pinceles y plumas que deberían ser armas, son huecas cañas de paja» (En González García, Calvo Serraller, y Marchán Fiz, 1979, 132). Para Grosz, había que trabajar del lado del proletariado y enfrentarse a los explotadores. Su misión era mostrar a los oprimidos la verdadera cara del capitalismo y combatir ese idealismo cargado de dioses y de ángeles, al reflejar de una manera ácida y cruenta esa realidad mezquina que impregnaba a la sociedad alemana.
La salvación ante esa realidad, Grosz no la encontraba en los artistas idealistas, sino en el proletariado, que para él era quien de verdad estaba «luchando en la organización del mundo». Grosz rechazaba la «metafísica intelectual» de su tiempo, decía que los pintores alemanes no estaban realmente comprometidos con el proletariado, sino que no eran más que proletarios ansiosos por ascender a esa burguesía corrupta y virulenta. Para los pintores de la Nueva Objetividad lo fundamental era el qué y no el cómo de la realización artística, es decir, su «objeto». Pintaban lo que veían, y lo que veían era una cruel e injusta realidad; así que nada de espiritualismo, metafísica, ni existencialismo, tan solo la pura y dura realidad.
Grosz fundó una editorial subversiva llamada Malik, para denunciar los abusos del poder. Ecce homo es una serie de fotolitografías que retratan la situación de un Berlín devastado por la guerra, donde Grosz desenmascara la convivencia de la miseria y el esplendor, en un mundo bullicioso y depravado, repleto de cafés y variedades, en donde burgueses, militares, mutilados, prostitutas, mendigos, borrachos y drogadictos, se entremezclan en una realidad violenta, degenerada y desigual.
© María Artigas, 2023.
Bibliografía
CHIPP, H. B. (2021). Teorías del arte contemporáneo: fuentes artísticas y opiniones críticas. Madrid: Akal.
GONZÁLEZ GARCÍA, A., CALVO SERRALLER, F. y MARCHÁN FIZ, S. (1979). Escritos de arte de vanguardia 1900/1995. Madrid: Itsmo.
DE MICHELI, M. (1979). Las vanguardias artísticas del siglo XX. Madrid: Alianza Forma.
MUSEO REINA SOFÍA. [Página web]. https://www.museoreinasofia.es/coleccion/obra/
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