Tiziano Vecellio
TIZIANO VECELLIO (1490-1576).
La Gloria (1551-1554).
Óleo sobre lienzo, 346 x 240 cm. Museo del Prado, Madrid.
La Gloria, La Trinidad o El Juicio Final, son los tres nombres con los que, en algún momento de la historia, se ha hecho referencia a esta obra. Fue el último encargo que Tiziano realizó para Carlos V, y la última pintura que el Emperador contempló antes de su muerte en el Monasterio de Yuste. La Gloria representa el juicio particular de Carlos V, él mismo dictaminó en su codicilo que quería que sobre su tumba se colgara la imagen con el tema de la Trinidad, en la cual aparecen él y la Emperatriz envueltos con «sendas sábanas», arrodillados, con las cabezas descubiertas, descalzos y la manos juntas.
Desde el punto de vista iconográfico, La Gloria es una obra inusual, ya que el tema de la Trinidad, si bien era habitual en la pintura flamenca, no lo era en la tradición de Tiziano. La escena asciende desde el plano terrenal, pasando por unas monumentales figuras miguelangelescas que representan a personajes del Antiguo Testamento, hasta el registro de lo divino en la parte superior, con el espíritu santo flanqueado por el padre y el hijo. El Emperador y la Emperatriz se representan como orantes más que como donantes, implorando por su salvación eterna. A espaldas del monarca, aparece parte de la familia real, entre los cuales destaca Felipe II como heredero de la Casa de Austria.
A pesar de ser La Gloria una imagen de carácter devocional, ésta lleva implícitos otros códigos visuales de representación y ostentación del poder real, de entre los cuales podemos destacar, por un lado, el que los personajes de la corte aparecen en el ámbito de lo divino, dando así legitimidad a la dinastía, mientras que la continuidad del linaje queda explícita en la figura de Felipe II; por otro lado, el autorretrato del propio Tiziano junto a los personajes de la corte, lo consagran como el Apeles de su tiempo[1].
Así, con todo lo dicho, podemos decir que La Gloria funciona como una imagen para la memoria y como un vínculo hacia la gloria eterna del Emperador, de la dinastía, y del propio Tiziano, en una clara reivindicación del poder Imperial y de la importancia del pintor en el ámbito de la Corte y el poder, cosa que siglos más tarde emularon Velázquez en Las Meninas (1656) y Goya en La Familia de Carlos IV (1800).
© María Artigas, 2023
Notas
[1] En 1553, Carlos V nombró a Tiziano pintor de la Corte, conde palatino y Caballero de la Espuela de Oro: «Vuestro talento como artista y vuestra habilidad para retratar del natural nos parecen tan grandes que vos merecéis ser llamado el Apeles de nuestro tiempo. De la misma manera que nuestros antecesores Alejandro Magno y Augusto, de los que el uno sólo quería ser retratado por Apeles y el otro por los artista más excelentes, nos hemos hecho retratar por vos, y vos habéis demostrado vuestro genio de tal manera que nos ha parecido bien concederos los honores imperiales como testimonio de nuestra opinión sobre vos y como recuerdo suyo para la posteridad» (Morán, p. 61).
Bibliografía
CÁMARA MUÑOZ, A., et all. (2021). Imágenes del poder en la edad moderna. Madrid: Editorial Centro de Estudios Ramón Areces.
GRONAU, G. (1904). Titian. Londres: Duckworth and Co.
MORÁN TURINA, M. Tiziano. El arte y sus creadores, 9. Madrid: Historia 16.
WEB del MUSEO DEL PRADO.
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