En la Metamorfosis de Ovidio, Acteón, príncipe tebano educado en el arte de la caza por el centauro Quirón, sorprende involuntariamente a Diana y a sus ninfas cuando se bañaban desnudas en un manantial. Al saberse sorprendida en su intimidad, Diana, la diosa virgen de la caza, le arroja agua a la cara transformándolo en ciervo. De esta manera, Acteón es devorado por sus propios perros de caza, que no lo reconocen.
Antes del poema de Ovidio, para los griegos, el motivo del castigo de Diana (Artemisa) era que Acteón se había jactado ser mejor cazador que ella. Las representaciones visuales del mito se centraron en la muerte de Acteón en las fauces de sus perros, en las que la diosa aparece vestida.
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