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Foto del escritorMaría Artigas Albarelli

Cuadro Nº I (con rojo y azul), 1931.

Piet Mondrian


PIET MONDRIAN

(1872-1944)

Cuadro no I (con rojo y azul), 1931.

Óleo sobre lienzo, 50 x 50 cm.

Thyssen-Bornemisza, Madrid.



El más puro e idealista de los movimientos abstractos del periodo de entreguerras fue el del grupo holandés De Stijl, fundado en 1917. Es su Manifiesto I de 1918, De Stijl establecía ya las bases de su ideología, cuyo fundamento era salvar el equilibrio entre lo universal y lo individual. Esto lo conseguirían a través de un arte autosuficiente que Mondrian llamó Neoplasticismo, que reflejaba armónicamente la fuerza y la armonía del cosmos. A través de una rigurosa restricción de los medio, el Neoplasticismo buscaba reflejar esa armonía, desarrollando una abstracción geométrica absoluta.


El trasfondo filosófico del Neoplasticismo se encuentra en las teorías del teósofo y matemático Schoenmaekers (1875-1944), que consideraba que el flujo eterno del cosmos era una compleja unidad de opuestos. Basado en las ideas de Schoenmaekers, Mondrian concebía al hombre también como producto de una dualidad. En El Neoplasticismo en pintura(1917-1918) —un texto publicado por entregas en la revista De Stijl—, Mondrian señala que en los tiempos modernos el hombre comenzaba a mirar más hacia el interior, y que esa mirada se reflejaba en el arte abstracto, como una imagen elaborada exclusivamente por la mente.


También el arte, como producto de una nueva dualidad en el hombre, se expresa ahora como el resultado de una exterioridad cultivada y de una más honda, más consciente interioridad. Como creación pura de la mente humana, el arte se expresa como pura creación estética, manifestada de forma abstracta. El verdadero artista moderno percibe conscientemente la abstracción de la emoción de la belleza: conscientemente reconoce emociones estéticas como cósmicas, universales. Este reconocimiento consciente da como resultado un creación abstracta, le dirige hacia lo puramente universal (Mondrian, en González García, Calvo Serraller, y Marchán Fiz, 1979, 252).


Es decir, que para Mondrian lo universal tan sólo podía reflejarse con la abstracción, ya que la naturaleza es solamente una parte de ese universo, y en ella no está contemplado el mundo interior, lo invisible. La naturaleza implicaría la figuración, y por eso, para poder expresar al cosmos en su totalidad, era indispensable llegar a la no-objetividad absoluta. Así, la plasticidad pictórica de Mondrian consistió en una simplificación plástica y conceptual, basada en un sistema ortogonal de líneas y ángulos rectos (verticales y horizontales), así como en los tres colores primarios (rojo, azul y amarillo), y en el «no color» (negro, blanco y gris). Con ello pretendía eliminar en la obra los «aspectos de lo real», al suprimir la textura, la forma, la luz y el contorno. En su escrito Música y pintura Mondrian comenta:


El Neoplasticismo necesita de una realidad que exprese las cosas tanto en su totalidad como en su unidad, es decir, como realidad equilibrada. Ésta excluye la apariencia de la realidad tangible y toda expresión en la que predomine lo natural [la figuración]. Los objetos y las cosas quedan reducidos, en virtud de esa dualidad, a un recurso plástico universal que exprese las cosas sin pretender representarlas (2020, 65).


Como vemos, Mondrian habla de expresión y no de representación. Para él, la composición de planos rectangulares de color y no-color sustituían la representación formal y limitada, es decir, la mimesis. Lo no inmutable o espiritual, se expresaba mediante la línea recta y los planos de no-color, mientras que lo variable, es decir, lo natural, se expresaba mediante los planos coloreados y el ritmo. Al igual que el Suprematismo de Malévich, el Neoplasticismo llevaba al arte a un punto «cero», pero ambos movimientos diferían en que si el Suprematismo consideraba que el arte no tenía nada que ver con la vida natural, para Mondrian el nexo entre el Neoplasticismo y la naturaleza era irrompible, pues la pintura era para él una reconciliación de la dualidad mente/materia.


Por medio de su plástica exacta de relación cósmica es una expresión directa de lo universal; a través de su ritmo, a través de su realidad material, es expresión de lo subjetivo, de lo individual. De esta forma abre un mundo de belleza universal sin el abandono de lo «universalmente humano». (Mondrian, en Chipp, 1979, 256).


El Neoplasticismo fue un arte con un gran sustrato espiritual, sumamente meditado y complejo. Cuadro no I (con rojo y azul) se organiza a partir de principios matemáticos, en donde las fuerzas verticales y horizontales se señalan con gruesa líneas negras. Dominan los rectángulos neutros —lo espiritual—, que se equilibran con los cuadrados rojo y azul —lo variable—. Así es como Mondrian expresaba la armonía del universo.


© María Artigas 2023.

 

Bibliografía


CHIPP, H. B. (2021). Teorías del arte contemporáneo: fuentes artísticas y opiniones críticas. Madrid: Akal.


GONZÁLEZ GARCÍA, A., CALVO SERRALLER, F. y MARCHÁN FIZ, S. (1979). Escritos de arte de vanguardia 1900/1995. Madrid: Itsmo.


DE MICHELI, M. (1979). Las vanguardias artísticas del siglo XX. Madrid: Alianza Forma.


MONDRIAN, P. (2020). Música  y pintura. Madrid: Casimiro Libros.



WIECZOREK, M. (2020). La evolución gradual del Neoplasticismo de Mondrian. Mondrian y De Stijl. Madrid: Museo Nacional Reina Sofía. pp. 92-99.

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