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Foto del escritorMaría Artigas Albarelli

Armas y letras


Pedro Berruguete (ca.1445-1503)

Retrato de Federico de Montefeltro y su hijo Guidobaldo, 1476-1477.

Óleo sobre tabla.

Urbino, Gallería Nazionale delle Marche.

Foto: vía wikiwand



El Retrato de Federico de Montefeltro y su hijo Guidobaldo, pintado en el último tercio del Quattrocento, se atribuye a Pedro Berruguete, pero puede ser que lo realizara en colaboración con Justo de Gante [1], autor de los retratos de personajes ilustres —presididos por el del duque—, que formaban parte de la decoración del studiolo de Montefeltro en su palacio de Urbino.

En la tabla observamos el gusto del duque por el arte flamenco —no en vano tenía a Gante y a Berruguete trabajando para él—, así como elementos iconográficos que los príncipes del Quattrocento precisaron para elaborar un aparato visual que legitimara y afianzara su poder, a través de un entramado simbólico, donde cada elemento estaba perfectamente meditado para transmitir el mensaje que se pretendía.


Así, la armadura y la espada señalan la condición militar del duque, misma que le había dado gloria; el armiño al cuello o la liga de la pierna fueron honores concedidos por monarcas; o el manuscrito que lee nos informa que era un humanista. Por su parte, el pequeño Guidobaldo, además de estar también lujosamente vestido, sujeta un rico cetro de orfebrería, como indicación de que será él el continuador del linaje.


Atendiendo a otros lenguajes simbólicos, el rostro de perfil del duque, de la misma manera en que eran representados los emperadores romanos en la numismática, nos remite a una vinculación con la Roma imperial, la cual fue otra manera visual en la que los príncipes del Quattrocento pretendieron legitimarse. A propósito de esta manera de retratar a los personajes importantes, donde además fue habitual la representación verídica de los rasgo humanos como «imitación de la naturaleza», Piero della Francesca (1416-1492) realizó otros dos cuadros del duque: el Doble retrato de Federico de Montefeltro y de Battista Sforza (ca.1472) —cuyos paisajes también son un elemento tomado del arte flamenco—, y la Sacra conversación (1472).

Pedro Berruguete se educó en el gusto hispano-flamenco antes de viajar a Italia. Es un ejemplo de los artistas españoles que viajaron a ese país para aprender el modo al romano. Los encargos que realizó a su regreso a España, demuestran el papel que el arte flamenco e italiano desempeñaron en su obra, en un momento en que ambos polos eran los centros de atención artística en España.


Su aprendizaje italiano queda patente «en las perspectivas, escorzos y arquitecturas antiguas, en el dominio del espacio, la anatomía y naturalidad en el gesto y las actitudes de sus personajes» [2]. Esto puede corroborarse en obras como la Virgen de la leche, el Milagro de la nube, la Muerte de San Pedro Mártir o El Auto de fe presidido por Santo Domingo, de Guzmán, considerada esta última su obra española más italiana.


© María Artigas, 2021.

 

Bibliografía


REDONDO CANTERA, M. J. Micro-arquitecturas «al romano» en la pintura de Pedro Berruguete, BSAA arte, 86 (2020). pp. 95-139.


SILVA MAROTO, M. P. Notas sobre Pedro Berruguete y el retablo mayor de la catedral de Ávila, Anales de Historia del Arte, no.1-1989. Madrid: Edit. Universidad Complutense.


URQUÍZAR HERRERA, A. y CÁMARA MUÑOZ, A. Renacimiento. Madrid, Editorial Centro de Estudios Ramón Areces.


Páginas web

 

Notas

[1] Justo de Gante, (ca.1410-ca.1480), fue un pintor flamenco, cuya obra conservada es la que realizó en Italia.

[2] Silva Maroto, M. P. Notas sobre Pedro Berruguete y el retablo mayor de la catedral de Ávila, en Anales de Historia del Arte, no. 1-1989. Madrid: Edit. Universidad Complutense. p. 106.

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